Si eres mamá de una pequeña o pequeño en la primera infancia, seguramente has escuchado o incluso vivido situaciones en las que tu hijo o hija ha mordido a otros niños. Aunque puede ser preocupante y generar incomodidad, lo primero que debes saber es que morder es una conducta esperada en esta etapa y no significa que tu hijo sea "malo" o agresivo. ¡Al contrario! La mordida es una forma primitiva de comunicarse que los niños usan cuando sus habilidades de lenguaje y autocontrol aún están en desarrollo.
En la primera infancia, las niñas y niños atraviesan por constantes cambios de conducta. Apenas nos adaptamos a una etapa cuando saltan a la siguiente, dejando a muchas mamás con dudas y preguntas. Hoy queremos ayudarte a entender qué hay detrás de las mordidas y, sobre todo, cómo manejarlas de forma respetuosa y efectiva.
¿Por qué muerden?
Existen varias razones por las que un niño pequeño podría morder:
- Falta de lenguaje: Aún no saben cómo expresar lo que sienten, ya sea enojo, frustración o incluso alegría.
- Exploración sensorial: La boca es una de las primeras herramientas que los niños usan para explorar el mundo.
- Sobrecarga emocional: Situaciones de estrés o ambientes demasiado estimulantes pueden llevarlos a reaccionar con una mordida.
- Búsqueda de atención: Si una mordida genera una reacción intensa, el niño podría repetirla para recibir más atención.
Estrategias para manejar esta conducta
La clave para abordar las mordidas está en comprender, acompañar y enseñar nuevas formas de comunicarse. Estas recomendaciones pueden ayudarte:
- Conexión emocional: Valida sus emociones y pónles palabras. Por ejemplo: "Entiendo que estás enojado, pero no podemos morder porque duele".
- Establece límites claros: Usa frases cortas y respetuosas como "sin morder"
- Anticipa y supervisa: Observa patrones o situaciones que desencadenen mordidas y antícipate para evitar el comportamiento.
- Cubre sus necesidades básicas: Un niño cansado, hambriento o sobreestimulado tiene más probabilidades de morder.
- Evita etiquetarlo: No refuerces esta conducta diciendo frases como “Cuidado, él muerde” frente a otros niños o adultos.
Recuerda que esta etapa es pasajera. Con paciencia, constancia y mucho amor, tu pequeña o pequeño aprenderá nuevas formas de expresar lo que siente sin recurrir a las mordidas.
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